8/11/09

OPINION 23/10/09

Algunas dudas, una certeza


Daniel Chasquetti 

No sabemos que sucederá el domingo. Puede que se resuelva la elección ese mismo día y para eso el Frente Amplio necesita superar el 50% de los votos. Puede también ocurrir que la izquierda no alcence ese porcentaje, pero al menos supere el 48,5%, logrando así una mayoría parlamentaria. Pero también puede ocurrir que el Frente Amplio no logre si quiera ese guarismo y se quede sin la presidencia y sin la mayoría legislativa. Sobre estos tres escenarios escribí la semana pasada y hoy no me voy a extender. Sólo diré que la votación de la fórmula Mujica-Astori es tal vez la variable más importante para comprender el escenario que emergerá de las urnas el próximo domingo.

Lamentablemente, seguimos sin conocer datos de las últimas encuestas. Mañana y pasado comenzarán a divulgarse y ello tal vez amerite nuevos análisis. Pero sin números muy poco podemos avanzar. No obstante, entiendo que a pesar de ello, podemos afirmar la existencia de al menos una certeza. Me explico a continuación.  

Observando los datos de las encuestas y razonando acerca de ciertos procesos políticos que se vienen gestando, podemos afirmar que con toda seguridad José Mujica terminará siendo el próximo Presidente de la República. Este hecho puede darse el domingo o en su defecto se procesará en un balotaje de noviembre. Pero sea como sea, parece claro que el final del cuento está bastante anunciado. Este razonamiento funciona básicamente por la inversa, es decir, por las razones que indican que Lacalle no puede ganar esta elección. Dicho en otros términos, Mujica terminará siendo el presidente de los orientales porque Lacalle tiene graves dificultades para erigirse como una alternativa real y en este sentido, tengo por lo menos seis argumentos. Les propongo repasarlos.

1. Contra lo que todos pensábamos, Lacalle ha demostrado ser en esta elección un candidato débil y errático, sin una línea estratégica precisa. Sus objetivos de campaña han fracasado uno a uno. Procuró imponer temas en la agenda, como el de la seguridad o la educación, pero fracasó en el intento. Se propuso hacer girar el debate en torno a su capacidad propositiva con la idea de presentar una iniciativa por día, pero encontró escollos insalvables, casi siempre formulados por los jerarcas del gobierno. En estas circunstancias, cuesta creer que Lacalle logre cambiar la pisada en segunda vuelta e iniciar un proceso virtuoso que le permita seducir a la ciudadanía y derrotar a la fórmula frenteamplista.

2. Lacalle encabeza un partido cuya intención de voto cae en picada desde hace cuatro meses. Los promedios de intención de las cinco empresas principales (Factum, Cifra, Equipos, Interconsult y Grupo Radar) muestran que en ese lapso el Partido Nacional perdió ocho puntos porcentuales del electorado. Esa tendencia parece continuar en estos días y dejará como resultado una votación nacionalista inferior a la de 2004, con una bancada más pequeña y grandes problemas en su interna. La mayoría de los analistas han señalado que dicho deterioro electoral responde a errores de campaña de la fórmula presidencial y en particular, a problemas con el candidato. Si esto fue así en primera vuelta, resulta difícil imaginar un cambio tan profundo y radical que logre revertir ese proceso en tan solo cuatro semanas. Algunos dicen que una vez puestos en el balotaje, los contrarios a Mujica se alinearán detrás de Lacalle. Lo dudo, pues el candidato nacionalista ha dejado demasiadas dudas en esta peculiar campaña.


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3. Relacionado con lo anterior. Quienes creen que en segunda vuelta Lacalle tiene alguna chance, parten del supuesto de que el Partido Colorado acompañará a pleno esa candidatura. Pero debemos recordar que este supuesto es bastante débil. En 1999, el Partido Nacional acompañó masivamente la candidatura de Batlle en segunda vuelta, en lo que podría considerarse como un compromiso histórico de esa colectividad. Los dirigentes nacionalistas hicieron campaña por el candidato colorado y recorrieron el país en una suerte de cruzada contra el Frente Amplio. En esta ocasión, las condiciones son bastante diferentes. Bordaberry y De León han fundado su campaña en la idea fuerza del “retorno a casa” de los votantes colorados que emigraran en 2004. Parece una contradicción imaginarse que, en noviembre, este partido, luego de lograr el efectivo regreso de un porcentaje importante de colorados, incite a sus votantes a iniciar un proceso opuesto, esto es, volver a emigrar para votar a Lacalle. Además, pese a que el candidato presidencial colorado finalmente apoyará a Lacalle, en estas semanas ha fundamentado largamente la necesidad de autonomía e independencia de su partido. Por esa razón, dudamos que en caso de balotaje, ocurra un fenómeno similar al observado hace diez años, cuando el 95% de los votantes nacionalistas de primera vuelta, apoyaron con su voto al candidato tradicional en el balotaje.

4. Lacalle partirá de un piso muy alejado del 50% y tendrá una bancada parlamentaria pequeña. Su única opción de gobernabilidad será la construcción de una coalición de gobierno con el Partido Colorado y el Partido Independiente, siempre y cuando, el Frente Amplio no logre la mayoría parlamentaria este domingo. Esta debilidad será importante para encarar un balotaje, pues su perspectiva de gobernabilidad es pobre. La forma de afrontar ese problema sería consagrar un acuerdo en la primera semana de noviembre con los otros partidos, pero cuesta creer que éstos se avengan a un pacto rápido y sin consulta a sus convenciones. Además, como ya todos escuchamos, el Partido Independiente dejará en libertad de opción a sus votantes, por lo que resulta difícil que Mieres selle un acuerdo con Lacalle en ese mes. Por tanto, la perspectiva de gobernabilidad que ofrece Lacalle es mínima y esa será una carga difícil de sobrellevar en las semanas decisivas.

5. La lógica del balotaje reforzará los rasgos plebiscitarios que ya ha mostrado esta elección. Por rasgo plebiscitario entendemos al mecanismo donde se le solicita al elector que decida entre dos únicas opciones. El Frente Amplio ha impulsado esta lógica a partir de los logros de su gobierno, intentando poner el debate en términos de continuidad y cambio. Si hay balotaje en noviembre, la estrategia frenteamplista seguirá por ese rumbo. Mujica representará al gobierno exitoso, y Lacalle estará obligado a presentar una perspectiva de cambio. Este es un desafío demasiado exigente para el candidato nacionalista, dados los pobres resultados alcanzados hasta el momento. Lacalle estará obligado a arriesgar más de lo aconsejable y eso entraña un peligro superlativo. La apelación a los logros de su pasado gobierno no han dado resultado hasta ahora y las propuestas lanzadas en estos últimos veinte días, apenas adornaron el discurso de cada día. Por tanto, cuesta creer que Lacalle logre en unos pocos días, cambiar y controlar rápidamente la discusión, evitando la lógica plebiscitaria que el Frente Amplio buscará mantener en la agenda pública.

6. Asimismo, las simulaciones de balotaje que realizan las encuestas muestran que Mujica le saca entre 6 y 8 puntos de ventaja a Lacalle. Si bien es cierto que una simulación es diferente a una elección (hay ciudadanos que tienen dificultades de abstracción), la ventaja inicial de Mujica es importante. A esto se suma el hecho de que Lacalle es el candidato con el mayor índice de rechazo en la ciudadanía. El rechazo hacia los candidatos se estudia a través de encuestas que preguntan a qué candidato no votaría nunca. En las encuestas que pude analizar, se observa que Lacalle es más rechazado que Mujica. Esto no significa que Mujica no tenga rechazos, por el contrario, juntos son los candidatos más polémicos de la competencia. Sin embargo, a la hora del balotaje estas preferencias suelen hacer diferencias.

7. Finalmente, el balotaje es una competencia especial donde las fórmulas compiten sin lemas. Mujica-Astori contra Lacalle-Larrañaga. En este sentido, la fórmula del Frente Amplio parece más sólida que la del Partido Nacional, y eso también puede ser una diferencia. Astori se ha mostrado en esta campaña como un puntal importante de la oferta frenteamplista. Sus apariciones públicas han sido consistentes y otorgan a la fórmula una cuota de racionalidad y seriedad imprescindible. Larrañaga ha intentado jugar un papel. La última semana ha echado el resto en buena forma, pidiendo el voto a quienes lo acompañaron hace cinco años. Sin embargo, la situación no es igual. Mujica le ha otorgado a Astori un lugar que Lacalle no parece haberle cedido a Larrañaga. En caso de balotaje, estos esquemas de cooperación y conjunción, así como las características de los vicepresidenciables también pueden ser importantes para el elector.

En suma, ante la ausencia de números (los conoceremos a partir de mañana), nada puedo decir sobre el resultado del domingo. Sin embargo, puedo afirmar que la probabilidad de que Mujica sea el próximo presidente es muy alta, altísima me animaría a decir. La paradoja es que su triunfo se terminará cimentando en los defectos del rival antes que en sus propias virtudes, lo cual exigiría una reflexión. Pero este es otro tema y a su debido tiempo lo analizaremos.

20 de octubre de 2009
Fuente:Montevideo.com                                                      Autor: Daniel Chasquetti Profesor e Investigador del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República. Presidente de la Asociación Uruguaya de Ciencia Política


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