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24/9/10

GALEANO - MARCIANO

Ante lo que me parece algo a destacar, he resuelto publicar en este espacio una estupenda (como todas) entrevista a Galeano. Y ya verán porqué la relaciono con el Amigo Marciano Durán.

ENTREVISTA AL ESCRITOR EDUARDO GALEANO ,POR
EL PUENTE COMUNICACIÓN


El Puente viajó hacia Montevideo, Uruguay para realizar una entrevista con Eduardo Galeano, reconocido escritor galardonado en el mundo entero. Fue una charla amena y muy valiosa, a metros del histórico Teatro Solís en Ciudad Vieja de la capital uruguaya. Por momentos parecía que uno estaba leyendo un libro o mirando una emisión televisiva en la que hablaba Eduardo… pero en realidad estábamos conversando de par a par. Aprovechamos este espacio para agradecerle, nuevamente, la oportunidad de haber compartido un café y una charla inolvidable.
EL PUENTE: ¿Qué visión tiene sobre el mundo actual?
Eduardo Galeano: Trato de verlo… es difícil verlo porque está muy enmascarado, muy complicado, pero uno hace lo posible por entender este mundo inexplicable donde cada minuto mueren 15 niños de una enfermedad curable. Cada minuto ese mismo mundo gasta tres millones de dólares en armamento. La industria de la muerte devora la mayor parte de los recursos en este mundo que dice ser pacífico, que además dice ser democrático, pero está dirigido por los cinco países que tienen derecho de veto en las Naciones Unidas y son quienes cortan el bacalao. Los otros desempeñamos una función simbólica.
EP: Y en este mundo que acaba de describir, ¿qué función cumple la comunicación?
EG: Se han abierto canales nuevos en las estructuras de los últimos años. De algún modo a mí me han devuelto la confianza, la posibilidad de que la tecnología pueda ser amiga de las mejores energías humanas, cosa que no siempre se da. Te lo digo porque internet nació al servicio del Pentágono. En realidad, nació como fruto de un trabajo arduo y largo de los investigadores de la Universidad de Berkeley, en California. Pero después internet quedó en manos del Pentágono para la planificación de sus operaciones en el exterior, es decir, para programar a escala universal estas operaciones militares que estaban al servicio de los grandes exterminios, que en realidad no se llaman así, pero merecerían ser así llamados. Sin embargo, con el paso del tiempo, paradójicamente – hay paradojas que te devuelven el optimismo cuando éste se te cae por un agujerito del bolsillo - internet terminó por convertirse en una herramienta muy diferente, que sigue sirviendo a fines militares, pero también a muchos otros fines y que además, sin ninguna duda, ha ampliado el espacio de la comunicación. Esto permitió que resuenen de otro modo y, mil veces más que antes, las voces que antes estaban condenadas a resonar a campana de palo. O sea que sólo existían para minorías muy minoritarias pero que en general, encarnaban causas valiosas para el género humano. No siempre las voces que más resuenan coinciden con las mejores bocas, más bien ocurre al revés. Entonces muchos de esos grupos que parecían condenados a la soledad o al aislamiento, gracias a esta tremenda revolución tecnológica que significó internet, ahora tienen otras posibilidades de comunicación. Igual, los grandes centros de comunicación están monopolizados en muy pocas manos, sobre todo la comunicación de mayor resonancia popular que sigue siendo la televisión.
EP: Entonces le ve el lado positivo a internet…
EG: Con internet me pasó una cosa muy complicada. Yo como soy prehistórico, en realidad pertenezco a una etapa de la humanidad ya superada, el pre paleolítico y el neolítico, entonces tengo una desconfianza natural a las máquinas. Siempre sospeché de estas máquinas nuevas que aparecían. Las tomaba con pinzas, con mucha desconfianza porque tenía la sospecha de que bebían de noche. Cuando nadie las veía, ellas bebían, se dedicaban al trago fuerte y por eso hacían cosas inexplicables durante el día. Todavía tengo esa sospecha pero ya la he superado bastante. Ahora mi opinión cambió. Incluso hasta escribo a máquina, aunque escribo a mano, soy manual: manuscrito soy, pero después utilizo la computadora. Lo mismo me pasó con internet.

Lo veía con mucha desconfianza, pero reconozco que tiene muchas virtudes, aunque mi experiencia personal no es la mejor. Porque en mi larga vida de escritor, los tres artículos que más repercusión tuvieron y por los que me paran en la calle para felicitarme y circulan con mi firma en internet, no son míos. Uno se refiere a “Las cosas viejas”, otro que se llama “Por qué no tengo un DVD”, lo cual es falso porque sí tengo y otro que es “Mi nieta Sofía” y yo no tengo ninguna nieta Sofía. Entonces están estos tres trabajos de enorme éxito y que me felicitan por eso que yo no escribí. (ver .....aqui.....)

Y habiendo escrito tanto, empiezo a deshojar la margarita… me mato, no me mato, me mato, no me mato…
EP: Y consecuentemente con esa pregunta viene ligado el rol los medios de comunicación y qué opinión le merece la Ley de Servicios Audiovisuales de la Argentina que tanto ha dividido las aguas.
EG: Yo hago lo poquito que puedo y no lo muchito que quiero. Lamentablemente no he podido leer del todo la ley, me encantaría poder hacerlo. De todos modos te digo, me parece sano todo lo que contribuya a lidiar un poco el peso de los monopolios a escala universal, monopolios que todavía controlan la comunicación en gran medida. El margen de aparición de las voces independientes se multiplicó gracias a la tecnología en estos últimos años. Pero, de todos modos, los grandes medios siguen siendo pocos y cada vez en menos manos. No conozco la ley argentina como para poder opinar sobre ella, pero sí en líneas generales te diría eso y también te diría que es bueno todo lo que se pueda hacer para estimular el desarrollo de los medios alternativos de comunicación que vienen desde la realidad. O sea que no opinan sobre ella, sino que viene de ella. Por ejemplo las radios comunitarias, las emisoras comunitarias o los mil y un periódicos que hay por ahí, que yo creo que son la prueba de la vitalidad social que el mundo conserva. La capacidad que el mundo todavía tiene de sentir ganas de sentir y de hacer.
EP: En relación al tema del Genocidio Armenio, ¿cómo analiza esta lucha?
EG: La lucha del pueblo armenio por el rescate de su propia memoria y por el reconocimiento internacional de lo que allí ocurrió, es una lucha que no es solamente armenia, es una lucha internacional. Es una lucha por el rescate de la memoria. Los pueblos que han sufrido matanzas, como es el caso de los países latinoamericanos que han pasado períodos de represión feroz parecen no tener derecho a la memoria. Es un mundo que llegó al nivel más abominable del derecho a la propiedad y, la memoria también tiene propietario, entonces hay países con derecho a la memoria y países que no. Esto es una prueba de que este mundo no es de veras democrático. En el último libro que publiqué, “Espejos”, que es un libro de esos raros que yo hago, cuento una historia real. Cuando Hitler estaba por invadir Polonia, mientras se reúne con su estado mayor, para estudiar los pro y los contra, porque ya había decidido invadir y tenía lista la coartada. Además había inventado que Polonia quería invadir Alemania que es siempre la misma historia… ningún país tiene la honestidad de decirlo “yo mato para robar” sino que dicen “yo mato para defenderme”, las guerras son todas defensivas y ésta también. Hitler eso ya lo tenía preparado, pero quería conversar con sus más próximos sobre cómo veían ellos la invasión de Polonia y ahí surgieron algunas observaciones “cómo caerá esto en el mundo, cómo lo entenderá la opinión pública internacional, no habrá mucho alboroto, si no se armará mucho lío” y Hitler cortó la discusión con una sola pregunta: “¿y quién se acuerda hoy de los armenios?” Ahí se callaron todos e invadieron Polonia con la impunidad con la que había ocurrido, algunos años antes, la matanza de los armenios.
EP: Entonces esto lo convierte en un asunto de todos…
EG: Yo creo que el derecho a la memoria es un derecho universal, un derecho humano, todos tenemos el derecho a recordar y, por lo tanto, tenemos derecho a la justicia. O sea que esa memoria también implique derecho a la justicia. Yo soy un convencido de la causa. Pero también fui derrotado dos veces. Fui dos veces miembro de la comisión que organizó aquí los plebiscitos contra la ley de impunidad, contra una ley infame que se votó en el Uruguay que otorgó impunidad al Terrorismo de Estado. Entonces, a fines de los años 80, hicimos el primer plebiscito contra esa ley y lo perdimos por poquito, pero lo perdimos. Y ahora en el 2009, junto con las elecciones hicimos una campaña y se hizo el plebiscito contra la impunidad de nuevo, pero perdimos una vez más, por muy poquito, pero perdimos. O sea que hemos sido derrotados dos veces. Da la impresión que la mayoría de la gente de países como este, como el Uruguay, no es que esté a favor de los militares ni mucho menos, pero que no le dan demasiada importancia o que piensan que no hay que revolver esas cosas. La idea de que, como decía un político uruguayo, “no hay que tener ojos en la nuca, los ojos están al frente”, pero ocurre que si uno tiene ojos en la frente y no tiene ojos en la nuca corre el peligro de no recordar en los pozos en los que cayó, las piedras con las que tropezó y eso conduce a la repetición de la historia. La mayoría de la población en Uruguay creo que no tiene la conciencia suficiente como para ir y votar. Lo que pasó fue que no conseguimos los votos necesarios, los demás no se pronunciaron, no es que votaron en contra. Esto quiere decir que la gente no se lo tomó o no estaba bien informada y porque además, nuestra fuerza de izquierda, el Frente Amplio, a la cual yo pertenezco tampoco se movió mucho por esto. Entonces el tema de la memoria es un tema muy delicado, muy complicado en todo el mundo, no sólo para Armenia y esto no te lo digo como consuelo. Es muy difícil pelear por la recuperación del derecho de recordar, que es un derecho inalienable, un derecho fundamental del ser humano, tanto en el plano personal como en el plano colectivo. El derecho de recordar nos permite confirmar que no hemos nacido de la oreja de una cabra, o sea que hay una continuidad en el proceso humano, en esta navegación terrestre de la que formamos parte.
EP: Pasando a otro tema… al capitalismo y su crisis actual… qué opina al respecto, se acerca el final demostrando que no es un sistema eficiente, son fisuras o simplemente se trata de una crisis más de la que saldrá fortalecido el mismo sistema?
EG: Soy un pésimo profeta, hasta en el fútbol que es el tema que más me interesa. Cada vez que auguro una victoria, viene una derrota como ahora, yo soy de Nacional y ayer perdimos con Peñarol.
La muerte del capitalismo ha sido anunciada tantas veces que yo no me la creo. Parece tener más de siete vidas, a diferencia de los gatos, o por lo menos hasta ahora ha demostrado una gran capacidad de supervivencia. El capitalismo tiene una estructura montada que funciona, con mucha eficiencia, para descargar su crisis sobre las espaldas de sus víctimas. Es decir, son los pobres los que pagan la crisis de los ricos. Y también son los pobres los que ponen los muertos en las guerras y los que proporcionan al sistema una mano de obra barata que los salva también de cada una de sus caídas y de los períodos críticos. Estos mecanismos funcionan a escala universal, estos mecanismos de comercio, de créditos que manejan también las relaciones laborales y hasta ahora les ha permitido mantenerse a flote y además sobrevivir recompensando a los culpables de cada una de las crisis. Esta última, que todavía está pegando coletazos a todo el mundo, nació en Wall Street, nació por obra y gracia de los especuladores de Wall Street, pero cualquiera que lea los diarios puede creer que la crisis nació en Grecia. Entonces estos señores, los responsables de la crisis, los especuladores timbearon al mundo, el mundo ahora es una ruleta. El capitalismo cada vez más financiero y menos económico, se habla cada vez más de las finanzas y menos de la economía y entonces qué pasó, estos señores se retiraron de la crisis cobrando unas indemnizaciones fabulosas, como si fueran sus víctimas y no sus verdugos. El último es el caso del presidente del directorio de la Goldman Sachs, que es una empresa dedicada a la delincuencia y es la que asesoró a los gobiernos griegos anteriores a éste para que mintieran en sus datos sin que se notara. Este hombre se ha retirado con unos diez millones de dólares de recompensa, lo que no está mal para uno de los autores de los crímenes. O sea que hasta en esto el capitalismo demuestra una gran eficiencia. Es ineficiente desde el punto de vista del flaco favor que nos hace a todos distribuyendo tan mal los panes y los pesos. Pero sí es eficiente a la hora de recompensar su abnegación.
EP: Siguiendo en este mismo contexto y teniendo en cuenta que primero el imperio atacó con armas, después con las dictaduras y más tarde con las medidas neoliberales… creo que ahora hay un cambio con esta actitud de unidad latinoamericana, cómo cree que influye esto sobre el imperio?
EG: Sí. Yo creo que Latinoamérica se tiene que unir por una cuestión de sentido común, pero cuesta mucho. Todavía estamos lejos de la unidad deseada. Quizás porque todos los discursos la invocan y cuando más invocan, menos hacen. Hay un desencuentro, que es una tradición latinoamericana entrañable entre los discursos y los hechos: cuanto más se habla de unidad, menos se la practica. La verdad que no es un proceso fácil, es un proceso muy complicado y que va a llevar mucho tiempo. Porque hemos sido organizados para el desvínculo, para el odio mutuo, para la ignorancia mutua, para pelearnos entre nosotros en vez de actuar juntos. Si no te unís, estás frito porque este es un mundo de grandes espacios divididos donde por separado no tenemos lugar. Pero cuesta.
EP: Pero ha habido un cambio de actitud…
EG: Sí, eso sí. Por lo menos hay una disposición nueva de que tenemos que encontrarnos, pero es muy complicado no va a ser fácil. Incluso ahora en Europa se está viendo que la moneda común, que es la misma idea que estaba presente en América Latina, demuestra que no es la primera etapa sino que es de las últimas y no hay que apurarse con ese tema por los desniveles que existen. Nosotros somos una unidad posible de muchas diversidades, lo que es bueno en principio, es bueno que el mundo sea diverso, es bueno que no estemos condenados a morirnos de aburrimiento, pero tampoco queremos morirnos de hambre, pero tiene el inconveniente de que es un tema de contradicción en América Latina. Es una región llena de contradicciones internas, pero no hay que tenerle miedo a las contradicciones, son la prueba de que es un territorio vivo, es un reino vivo el mundo, pero hay que tener paciencia y saber que todo esto cuesta.
EP: Hablando de Latinoamérica… ¿Qué sintió cuando el presidente Hugo Chávez le regaló Las Venas Abiertas a Obama cuando asumió?
EG: Yo no me había enterado y salí a pasear con mi perro Morgan, que pobre murió no hace mucho, mi gran amigo Morgan… y salimos los dos a pasear y escuchamos los gritos de los vecinos… “Eduardo, Eduardo” y Morgan paró las orejas, pensó “ahora nos asaltan”. Tanto cariño de golpe, ¿qué era eso?
Y entonces los elogios que me empezaron a llover me deprimieron muchísimo porque eran todos elogios mercantiles. Me decían “estás vendiendo muchísimo, poné la tele, poné la radio, estás llegando a número dos, estás vendiendo como nunca, qué bárbaro, qué bien” y ahí pensé “ahora viene el mangazo, ahora Morgan preparate” pero por suerte no, hasta ahí no llegaron, pero sí insistieron en felicitarme en lo que no me importa que es vender. A mí no me importa vender mucho, yo no fabrico mercadería, escribo libros, entonces lo que me importa es llegar a los demás. En ese sentido, ese gesto generoso de Chavez significó que mis libros se muevan, no sólo Las Venas, sino otros también, pero fue un gesto simbólico, claramente. El libro se convirtió, con el paso de unos cuantos años, no creas que fue fácil, en un símbolo de la otra historia, de la otra realidad, de la otra voz, de la otra manera de ver las cosas. Y en ese sentido fue que Chávez lo regaló. Yo preferiría que le hubiese regalado la edición en inglés, pero se lo regaló en español que es una lengua que Obama no maneja. Pero el gesto fue lindo, muy simbólico.
EP: Además, si el contenido que tiene el libro llegó a gente que no lo conocía es un mensaje muy valioso
EG: En realidad yo hubiese preferido que ahora el libro esté en un museo de arqueología. Pero lamentablemente, la realidad no cambió en lo fundamental. Seguimos viviendo en un mercado mundial y de las necesidades ajenas, por eso el libro no perdió actualidad. Lo que yo hubiese querido es que la perdiera rápidamente, pero no ocurrió. Entonces, de algún modo, el éxito del libro genera el fracaso nuestro. Igual, el libro cubre una función que va más allá del momento en el que fue escrito, de la realidad actual. Lo que intenta explicar es cómo el subdesarrollo es un resultado del desarrollo ajeno, cómo en el mundo no hay ninguna riqueza que sea inocente. Es decir, sobre eso, no pierde actualidad.
IMAGEN:EUGENIA AKOPIAN ENTREVISTANDO A EDUARDO GALEANO.
FUENTE:http://www.epcomunicacion.com.ar/blog/


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MARCIANO - GALEANO

Leyendo la entrevista de El Puente a Eduardo Galeano, me encuentro con su comentario ."Porque en mi larga vida de escritor, los tres artículos que más repercusión tuvieron y por los que me paran en la calle para felicitarme y circulan con mi firma en internet, no son míos. Uno se refiere a “Las cosas viejas”, otro que se llama “Por qué no tengo un DVD”, lo cual es falso porque sí tengo y otro que es “Mi nieta Sofía” y yo no tengo ninguna nieta Sofía. Entonces están estos tres trabajos de enorme éxito y que me felicitan por eso que yo no escribí. (ver ......aqui.......).De inmediato verifiqué mi memoria con mis archivos y confirmé para orgullo de todos quienes tenemos la suerte de conocer a Marciano Durán, que a los tres trabajos a que se refiere nada menos que E. Galeano, son LOS TRES de la autoría de Marciano .
Para su disfrute aquí van los tres.


Un día con mi nieta Sofía
(Cualquier parecido con la coincidencia es pura realidad)
Marciano Durán


– Mañana te dejo a tu nieta por un rato -dijo muy suelta de lengua mi hija.
Y me lo dijo así, como si yo hubiera parido una nieta y me la vinieran a devolver.
No es que me moleste, más bien me muero por ella pero… ¿así?…
¿cómo si yo hubiera abandonado a algún niño en una canasta?
Me la trajo tempranito envuelta en camperas, bufandas, guantes, gorras y todas esas cosas que les ponen las madres a nuestros nietos y que nosotros les poníamos a ellas y ahora nos damos cuenta de que era un disparate.
No hay como cambiar de lugar del mostrador para avivarse de algunas cosas.

– No me le des chicles que el dentista lo pago yo, ni Coca Cola, nada con colorante, fijate la fecha de vencimiento de lo que le das, que no se desabrigue que acá adentro está muy frío, si ves que transpira sacale el gorro, que no coma chupetines porque se ensucia y con esta lluvia no se me seca la ropa con nada, si van a salir, tapale bien la boca, si se aburre, en la mochila trajo unos jueguitos para la playestation -dijo cerrando la puerta y continuó dando órdenes por el pasillo.

– Sí, mi amor, tengo un chicle de banana, y para después tengo un chupa chup de cocacola.

– Siéntese por acá que le voy a enseñar a jugar al ludo, ya tiene cuatro años y tendría que saber. Usted juega con las fichitas rojas, si saca seis…, no, mi amor, el dado no se tira así, ¿su mamá no le explicó que no gana el que lo tira más lejos?
Ya van tres veces que tengo que correr la heladera para sacar el dado.

¿No le gusta el ludo mi amor? ¡¡¿Ya se aburrió del ludo mi amor?!!
Bueno…, le voy a enseñar a jugar al robo montón… Si tiene una sota…, la sota es la señora de… ¿tampoco le gusta? Entonces de la escoba de quince ni hablamos ¿no?
Mijita…, yo a su edad jugaba con tres palillos de ropa y dos chapitas durante horas y horas y usted ya me cambió de juego tres veces en dos minutos.

¿Sabe una cosa? Nos vamos a las hamacas y al arenero ¿Cómo que su madre la reta si se ensucia con arena?
En la esquina nomás le saqué la bufanda, los guantes, el abrigo y todo lo que le había puesto la madre para que se moviera poco.
¡Ay Sofía! ¡Faltó que le pusieran un ombliguero nada más!
Pise…, pise ese charco…, déle, déle que nadie nos ve.
Sí, agarre ese palito y vaya pasándolo por la pared y por lasrejas…, dele…, que yo lo hacía y no me morí…., patee esa lata…, pise solo las baldosas blancas…, gire alrededor de esa columna…, corte esa flor para llevarle a su madre…, no pise la sombra…, déle…, tírele una piedra a ese perro que se quiere comer al abuelo…, cuélguese de esa rama que está bajita…

¿Al shopping?
¡¡¿¿¿AL SHOPPING???!!! ¡Noooooo! ¡¡Nuncaaaaa!!
¡¡Yo a ese antro de perdición no entro aunque me lo pida mi nieta!!!

– Buenas tardes… ¿Ropería tienen…? Ah…, bueno. Metí el mate y el termo en la matera porque no tenía claro si dejantomar mate en el shopping.
Cargué con la ropa que le había sacado a Sofía y le agregué mi campera porque había 15 grados de diferencia entre la placita y ese lugar maldito.
Mi nieta empezó a moverse como si hubiera nacido allí.
Yo estudiaba cada paso que daba por temor a equivocarme.
Sofía llamó por el nombre de pila a la vendedora de pororó y me hizo comprarle una caja de las grandes.

Cuando yo estaba pagando enfiló corriendo para la escalera mecánica y a mí casi me da un ataque.
Corrí lo más rápido que pude cargando con la ropa, la matera, desparramando el pororó por el piso al grito de:
- ¡¡Sofíaaaa!!!! ¡¡¡¡Cuidadooooo, esa escalera te puede mataaaar!!!!!!
Detengan a esa niñaaa!!! ¡¡Paren la escalera!!!! ¡¡Se va a tragar a mi nieta!!!! ¡¡¡Alguien que pare la escaleraaaa!!!
Un guardia de seguridad me quiso llevar detenido mientras mi nieta me hacía adiós con su manita abierta subiendo lentamente hacia la zona de restaurantes.
Regresó solita  por la otra escalera y le explicó al guardia que yo era su abuelo y que me había traído al shopping.

– “Es mi abuelo, nos vamos  al cine Pablo”.

-¿De Walt Disney dan alguna? -pregunté a una chica igualita a la que me dijo que no había guardarropa.
Seguro que ya se lo habían preguntado muchas veces, porque se rió y me miró como diciéndome… “No, de Walt Disney hoy no damos”.
No habíamos dado ni tres pasos cuando tuve que comprar otra caja de pororó y dos vasos de Pepsi de los grandes.
Nunca pensé que podría ser tan largo el recorrido hasta la butaca.
Le pedí a mi nieta que se agarrara de mi campera porque me quedé sin manos para ella.
Un vaso llenito hasta el borde en cada mano, la caja de pororó llevada con los dientes, la matera colgada, los guantes, la bufanda, las camperas y la gorra sobre mis brazos a modo de un bebé.
Cuando vi el escalón a lo oscuro, mi instinto de abuelo no consiguió frenarse y grité:
– “¡Cuidadooo Sofía!”

Cualquier idiota sabe que cuando uno abre la boca para hablar se le cae lo que esté agarrando con los dientes.
Yo también lo sabía, pero mi cabeza piensa más lento que mi corazón.
De cualquier manera lo que más me molestó fue la risita de algunos padres piolas, la patada que me dio el tipo al que bañé con pororó y los insultos de la señora que limpia.
El resto, bien.
Necesité diez minutos más para acomodar en la oscuridad todo lo que había llevado al santo botón.

– Abuelo… -dijo casi en secreto mi nieta – ¿no quedó pop?
– ¿Pochoclo? –le pregunté.
– ¿Pocho qué?- dijo mi nieta y tuve que ir a buscar más.

Como no me animé a dejarla sola en lo oscuro y como vi a un par de nenes con cara de delincuentes sentados allí cerquita, resolví agarrar todas las cosas (incluyendo a Sofía) y repetir la operación otra vez.
Tomé un trago bien grande de ambos vasos para que no se me volcara y allá fuimos otra vez de excursión.

Nos perdimos el principio de la película.
-Esta ya la vi, abuelo -dijo mi nieta con absoluta seguridad.
– ¿Cómo que ya la vio?!! ¡Es Robot!! ¡Es un estreno!
- Ya la vi abuelo. ¡El papá de una compañerita del colegio las baja por Internet.
– Bueno, mi amor, no importa…, vamos a verla otro poquito que me  gasté 250 pesos en las entradas.

– Ahora ese robot se va a desarmar…, ¿viste abuelo? Ahora agarra su cabeza con la mano. ¡Te lo dije! ¡Vamos a los jueguitos, abuelo, vamos a los jueguitos!
¡No, no y no! No es que me molesten las maquinitas, directamente las odio.
No puedo ver como pasan horas y horas enfrente a las pantallas donde se cruzan autos o aparecen monstruos disparando.

– No mi amor, discúlpeme, pero eso es lo último que haría.
– ¿Me das 4 fichas, por favor? -le dije a una chica igualita a la que vendía Pepsi, pochoclo y entradas de cine.
El ruido me  perforó los oídos…, en una máquina un tipo tiraba con una ametralladora hacia una pantalla y el que parecía su hijo se le colgaba de los pantalones llorando para que le dejara hacer un tirito.
En otra máquina un niño de 8 o 9 años trataba de embocar una pelota de básquetbol en un aro, le pregunté por que no iba a la placita y me dijo algo de mi mamá.
Dos niños que parecían sus hermanitos lo aguardaban en unos changuitos.
Le pregunté por la madre y me dijo que estaba al lado, en lasmaquinitas para grandes.
Contra el pool, cuatro  niños de 10 o 12 años pasaban tiza a los tacos y solo faltaba el humo de los puchos subiendo hacia la luz tenue que se balanceaba sobre el paño azul.
No pude encontrar ningún juego para mi nieta, así que dejé más de 200 pesos en fichas tratando de agarrar con una pinza unos ositos de peluche que no salían más de 30 pesos.

No es lo mío…, no consigo coordinar en ese juego, cuando quiero abrir la pinza, suelto la campera. Cuando quiero largar la pinza tiro la matera.
Sofía por suerte sacó un caballito azul y me lo regaló.

- Dale abuelo -me dijo - llevame a comer algo, tengo hambre.
– Bien…, seguro que a la vuelta encontramos un frankfrutero.
- No, abuelo, llevame a Mac Donald’s.
– ¡Nooooooo! ¡No, no, no y no! Nunca entraré a ese lugar en que muelen desperdicios y los transforman en comida, cortan pedacitos de plástico y los ponen en bolsitas de papas fritas ¡Noooo! ¡Ni siquiera por vos,
Sofía!

– Un happy meal, sin ketchup, sin queso y una coca -le dije a una chica igualita de la del cine, las maquinitas y el pororó…
– No -me contestó- a Sofía le gusta con queso. ¿Y para usted?
– Ehhh…, un chorizo con picantina, hongos y criolla.

Algo que no entendí pasó en ese momento, porque se rió igual que la de Walt Disney y me dio solo el pedido de Pilar.
Mi pequeña “nieta zapping” no había terminado de comer cuando se metió en el pelotero y en unos tubos enormes junto a una manga de foraj… de niños que disfrutaban del sábado.
Cargado de mi equipaje, más los jueguitos que traía la cajita y el caballito azul me asomaba de a ratos a unas ventanitas de vidrio en las alturas para ver si todavía respiraba.
Dos veces me tuve que meter en los tubos (sin largar la ropa) porque Sofita no se animaba a tirarse.

– ¿Qué le parece si nos vamos? El abuelo está cansado, con frío y transpirando.
– ¿Al baño? ¿No aguanta hasta llegar?
Yo temía este momento, sabía que me podía pasar.
– Sofiita, escúcheme un poquito, mi amor, yo no puedo entrar al baño de las niñas, aguántese hasta llegar.
-No, abuelo -me dijo- no aguanto más.
-Bien…, ¿qué va a hacer en el baño? -pregunté y me preparé para la peor respuesta.
– Caca, abuelito.

Volvimos al shoping y cuando nadie me vio me metí en el baño de las mujeres y me escondí atrás de una puerta esperando que mi nieta me avisara.
– Ya está abuelo, limpiáme -gritó mi nieta.
-Voy Sofiita -le dije y me topé con una vieja que salía subiéndose la bombacha desde una de las puertas.
Lo que siguió fue muy triste, me golpeó fuerte con un paraguas al grito de de-ge-ne-ra-do.
Así, una sílaba, un golpe de paraguas: ¡De-ge-ne-ra-do!!
Y me pegó hasta que llegó el guardia que por radio pidió ayuda a sus compañeros.

Ayuda precisaba yo.

Mi nieta se la tuvo que arreglar sola una vez más y mientras se acomodaba el pantalón les dijo:
- Es mi abuelo otra vez Pablo…, ya me lo llevo.
Marciano Durán

DESECHANDO LO DESECHABLE
Seguro que el destino se ha confabulado para complicarme la vida.
No consigo acomodar el cuerpo a los nuevos tiempos.
O por decirlo mejor: no consigo acomodar el cuerpo al “use y tire” ni al “compre y compre” ni al “desechable”.
Ya sé, tendría que ir a terapia o pedirle a algún siquiatra que me medicara.
Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.
No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los gurises.
Los colgábamos en la cuerda junto a los chiripás; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.
Y ellos… nuestros nenes… apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales).
¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!
Sí, ya sé… a nuestra generación siempre le costó tirar.
¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables!
Y así anduvimos por las calles uruguayas guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.
¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor.
Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra.
Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto.
Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plast de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de alpaca en el cajón de los cubiertos!
Es que vengo de un tiempo en que las cosas se compraban para toda la vida.
¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.
¡Nos están jodiendo!
¡¡Yo los descubrí… lo hacen adrede!!
Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo.
Nada se repara.
¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommier casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se deshecha y mientras tanto producimos más y más basura.
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de 50 años!
Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)
No existía el plástico ni el nylon.
La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan.
Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.
De por ahí vengo yo.
Y no es que haya sido mejor.
Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el “guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo” pasarse al “compre y tire que ya se viene el modelo nuevo”.
Mi cabeza no resiste tanto.
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya sí era un nombre como para cambiarlo)
Me educaron para guardar todo.
¡Toooodo!
Lo que servía y lo que no.
Porque algún día las cosas podían volver a servir.
Le dábamos crédito a todo.
Sí… ya sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no.
Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas de jardinera… y no sé cómo no guardamos la primera caquita.
¡¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?!
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con que se consiguieron?
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones.
El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.
Y guardábamos.
¡¡Cómo guardábamos!!
¡¡Tooooodo lo guardábamos!!
¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!
¡¿Cómo para qué?!
Hacíamos limpia calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares.
Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela.
¡Tooodo guardábamos!
Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus.
Y las cosas que nunca usaríamos.
Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón.
Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar.
Cañitos de plástico sin la tinta, cañitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.
Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraran al terminar su ciclo, los uruguayos inventábamos la recarga de los encendedores descartables.
Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de paté o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.
¡Y las pilas!
Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa.
Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más.
No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.
Las cosas no eran desechables… eran guardables.
¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al cuadril!
Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque del Banco de Seguros para hacer cuadros, y los cuentagotas de los remedios por si algún remedio no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos.
Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posamates, y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de cartas se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía “éste es un 4 de bastos”.
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal.
Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.
Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos.
Así como hoy las nuevas generaciones deciden “matarlos” apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada… ni a Walt Disney.
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron “Tómese el helado y después tire la copita”, nosotros dijimos que sí, pero… ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.
Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos.
Las primeras botellas de plástico -las de suero y las de Agua Jane- se transformaron en adornos de dudosa belleza.
Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos.
No lo voy a hacer.
Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.
Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.
No lo voy a hacer.
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.
No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.
De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.
Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo que la bruja me gane de mano … y sea yo el entregado.
Y yo…no me entrego.
Marciano Durán

El Tercer trabajo es el que publicamos hace unos días
 y lo encuentra:

 


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10/6/10

MI AMIGO MARCIANO. ME CAÍ DEL MUNDO .....

A MI AMIGO MARCIANO DURAN NO ES LA PRIMER VEZ QUE LE PASA.
UNA VEZ MAS OTRO TEXTO DE SU AUTORÍA APARECE PUBLICADO COMO DE EDUARDO GALEANO.
ME ENTERÉ DE ESTO AL ENVIARSELO A UNA AMIGA LECTORA (ANA ACOSTA) Y FUE ELLA QUIEN ME AVISO. DE INMEDIATO CONSULTE A MARCIANO Y ESTE ME LO CONFIRMÓ APROVECHANDO PARA DARME ALGUNAS NOTICIAS.
POR LO TANTO COMENTO LAS NOTICIAS Y LUEGO PUBLICO SU ARTÍCULO (NO DE GALEANO).
VICTOR

1ER. NOTICIA
EN MAYO SE COMIENZA A FILMAR LA PELÍCULA
EL CODIGO DE BLANES
BASADA EN LA EXITOSA NOVELA DE MARCIANO.

2DA. NOTICIA
MARCIANO HA ACEPTADO LA OFERTA DE
IR COMO 2DO SUPLENTE EN LA LISTA A
LA INTENDENCIA DE MALDONADO
DE OSCAR "EL FLACO" DE LOS SANTOS

Me caí del mundo y no sé cómo se entra....

 Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco..
No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar..
Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.
¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.
¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos desechables!
¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!
¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!
¡Es más!

¡Se compraban para la vida de los que venían después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.

¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.
¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!!
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!
Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)

No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.
Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y bote que ya se viene el modelo nuevo'.Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no,  eres un arruinado. Así el coche que tenés esté en buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!!  Pero por Dios.

Mi cabeza no resiste tanto.
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.
Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no.. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!
Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.
Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para pone r en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!
Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.
Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo,pegatina en el cabello y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado.MARCIANO DURANwww.marcianoduran.com.uy
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