21/5/10

BARBAROS - EL PAPA ENCUBRE ABUSOS

El Papa ayudó a encubrir
a un cura que abusó
de 200 niños sordos



Según publica The New York Times, responsables de la Iglesia evitaron tomar medidas o denunciar a las autoridades civiles un sacerdote estadounidense tras conocer que había abusado sexualmente de unos 200 niños sordos entre 1950 y 1970, después de que obispos de Estados Unidos les alertaron sobre el asunto.

El rotativo basa sus informaciones en dos cartas que envió en 1996 el arzobispo de la Archidiócesis de Milwaukee (Wiscosin), Rembert G. Weakland, al entonces cardenal Joseph Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI, informándole sobre los abusos supuestamente cometidos durante décadas por el sacerdote Lawrence C. Murphy, fallecido en 1998.
El periódico afirma haber tenido acceso a ellas porque se las han entregado los abogados de cinco de aquellos niños que supuestamente sufrieron abusos sexuales, y que les representan en su denuncia contra la Archidiócesis de Milwaukee, donde Murphy llevó a cabo su labor pastoral. ‘The New York Times’ sostiene que el actual Papa, entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la institución vaticana que tiene el poder de apartar a curas del sacerdocio, no contestó a aquellas dos misivas.
Ocho meses después de que se mandara esta carta, el entonces ‘número dos’ de esta organización, el cardenal italiano Tarcisio Bertone, hoy secretario de Estado del Vaticano, abrió, según el diario, una investigación secreta sobre el caso, cuyo objetivo último era apartar a Murphy del sacerdocio. Sin embargo, siempre según este periódico, Bertone detuvo esta investigación porque el padre Murphy le escribió personalmente y se lo pidió, argumentando que ya se había arrepentido de aquellos supuestos abusos y apelando a su delicada salud.

“Sólo quiero vivir el tiempo que me queda dentro de la dignidad de mi magisterio (…) Pido su piadosa asistencia en este asunto”, decía en esta misiva escrita por Murphy. El supuesto pedófilo murió en 1998 a los 72 años siendo todavía sacerdote.
Según los documentos en poder de los abogados, hasta tres arzobispos de Wisconsin tuvieron conocimiento de los abusos supuestamente perpetrados por Murphy, pero ninguno de ellos lo denunció a las autoridades civiles.
En 1993, ante la ola de protestas por parte de antiguas supuestas víctimas de Murphy, que incluso llegaron a manifestarse en el exterior de la catedral de Milwaukee, la archidiócesis contrató los servicios de un trabajador social especializado en evaluar abusos sexuales para que emitiera un dictamen sobre el asunto.

Según ‘The New York Times’, esta persona afirmó que Murphy le había confesado los abusos, no sentía remordimientos por ello y había abusado probablemente de uno 200 niños. Sin embargo, no fue hasta 1996 cuando la archidiócesis se puso en contacto con el Vaticano, con los resultados antes explicados.
Murphy empezó su trabajo como profesor en la Escuela St. John para Niños Sordos de la localidad de St. Francis, en 1950, y a pesar de que durante esta década numerosos alumnos alertaron a las autoridades religiosas acerca de abusos cometidos por este sacerdote, en 1963 Murphy fue nombrado director del centro.
Preguntado al respecto por parte de ‘The New York Times’, el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, emitió un comunicado lamentando el “trágico caso” que había afectado a víctimas “particularmente vulnerables”. Sin embargo, negó que el Vaticano hubiera tenido constancia del caso antes de 1996. Lombardi afirmó que ni el Código de Leyes Canónicas ni ningún otra norma aprobada por el Vaticano prohíbe a ningún miembro de la Iglesia alertar a las autoridades civiles sobre abusos sexuales cometidos contra menores.
Preguntado por qué no habían actuado contra Murphy cuando tuvieron conocimiento del asunto, en 1996, Lombardi dijo que la mala salud del presunto pederasta y la ausencia de acusaciones recientes habían influido en la acción de no actuar contra él.



Sacerdotes mexicanos pederastas

Eduardo Ibarra Aguirre
¿Sabe usted cuántos sacerdotes ejercen la pederastia en México?

Por supuesto que no.

El dato ni siquiera lo conoce la Conferencia del Episcopado Mexicano, si nos atenemos a lo declarado por el secretario de relaciones de ésta.
La razón de tan inquietante ignorancia, sobre todo para los padres que dejan en manos de aquéllos a sus hijos, obedece a que cada obispo rinde directamente un reporte de esa información al Vaticano. Y entonces cada arquidiócesis y diócesis es responsable de lo que sucede con sus sacerdotes.
El verticalismo de la milenaria institución condujo a que ni siquiera la Secretaría General de la organización cupular tenga clara idea de una práctica tan extendida que está cimbrando los cimientos del gigantesco edificio, tanto espiritual como material, con el masivo caso de Irlanda y la cadena de hechos que empezó a destaparse en Alemania –en la región donde ejerció Joseph Ratzinger, así como en la que trabaja su hermano--, Suiza, Estados Unidos y México.

Aquí muy bien ilustrados con los testimonios recogidos por Sanjuana Martínez y otros colegas sobre el medio siglo de pedofilia y adicciones a narcóticos de Marcial Maciel Degollado, el arquitecto de la Legión de Cristo y eficaz abastecedor de recursos financieros al Vaticano.
De 1955 data el testimonio que le compartí --el 15 de septiembre de 2006-- sobre Alfonso Ornelas, el párroco de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Matamoros, Tamaulipas, quien se masturbó en el confesionario mientras una niña de ocho años le confesó los abusos sexuales de que fue víctima por un matrimonio.

Y al padrecito nadie lo molestó nunca.

Lo peor de todo es que en la jerarquía católica “no se ha hablado, entre lo que tengo entendido y escuchado”, de la intención de integrar un expediente de los casos de pederastia en México, declaró tan campante Manuel Corral.

Tanta soberbia y abulia peligrosamente juntas, sólo fue evidente en el muy católico grupo gobernante durante 2008 y 2009.
Allí está el notabilísimo caso de Norberto Rivera Carrera. A marchas forzadas hace maniobras para deslindarse de Maciel Degollado, el hombre de cincuentenaria carrera delictiva, al que siempre le brindó protección explícita, como aseguraron a la reportera regiomontana el otrora sacerdote Alberto Athié y el ahora escritor Fernando González.
“Ése es un complot contra la Iglesia”, le dijo Rivera Carrera a González y lo corrió de su oficina.

El autor de La iglesia del silencio.
De mártires y pederastas, no tiene la menor duda de que el cardenal “Es un cómplice radical de Marcial Maciel”.

Los cómplices de éste son los que persiguen a Alejandro Espinosa, autor de El Legionario, el primer libro sobre el caso y ausente en librerías.
Del 11 de mayo de 1997 data la primera defensa pública que hizo Rivera del violador de sus propios hijos, mexicanos porque también tiene en España, cuando increpó a Salvador Guerrero Chiprés, el autor de la primicia sobre el tema: “Eso es totalmente falso, son inventos y tú nos debes platicar cuánto te pagaron”.

El que estaba pagando y por adelantado los buenos oficios de Marcial era otro, el obispo que el 18 de enero de 1998 fue ascendido por Juan Pablo II a “cardenal presbítero de la Santa Iglesia de Roma”.
Entre más tarde el duranguense en asumir su reiterada práctica de proteger a Maciel, más altos costos pagará y los platos rotos afectarán más a la Arquidiócesis de México y toda la institución. Tampoco puede darse el lujo de olvidar que es investigado judicialmente en Los Ángeles, California, por proteger al sacerdote pederasta Nicolás Aguilar.

Proteger pederastas ya no es rentable en ningún terreno, señor cardenal.
forum@forumenlinea.com



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